Que el verbo se haga carne al conjugarse en suspiro,
que el delirio se derrame en los poros del poema
recitado en lo que quema cuando a tus ojos miro
y desnudando los sentidos al tacto que se subleva.
Que la carne haga del verso la túnica de seda
temblando desde las piernas hasta el corazón,
que broncees de amor los juncos de mis venas
y embriagues de veras hasta tu último rincón.
Que peregrines apasionado por mi cuello
y lindes con el cielo donde el deseo abunda,
enmaraña tu mordedura donde supura mi cuerpo
abdicando los fuegos en espontánea aventura.
Que ramifique tu orgullo el tronco de mi entrega,
quedando prisionera en la anchura de tu boca
para morir a solas del amor que nos venera
y rescatarme entera donde tu latir me nombra.
que el delirio se derrame en los poros del poema
recitado en lo que quema cuando a tus ojos miro
y desnudando los sentidos al tacto que se subleva.
Que la carne haga del verso la túnica de seda
temblando desde las piernas hasta el corazón,
que broncees de amor los juncos de mis venas
y embriagues de veras hasta tu último rincón.
Que peregrines apasionado por mi cuello
y lindes con el cielo donde el deseo abunda,
enmaraña tu mordedura donde supura mi cuerpo
abdicando los fuegos en espontánea aventura.
Que ramifique tu orgullo el tronco de mi entrega,
quedando prisionera en la anchura de tu boca
para morir a solas del amor que nos venera
y rescatarme entera donde tu latir me nombra.
M.Salguero
Un verbo suspirado en carne convertido
ResponderEliminardelirios deletreados que ahora son poemas
recitados al fuego de tus ojos al mirar los míos,
llamaradas del tacto resurgir de candelas
Que bonito, tremenda respuesta. Es una dicha hallar comunión poética...
EliminarMuy agradecida.
Hermoso leerte de nuevo....
ResponderEliminarJordi Gómez
Jordi yo feliz y encantada de recibirte aquí...saludos.
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